Buen día,
Padre Edisson Capellán, párroco de Don Bosco, Señor Héctor Valdez Albizu, gobernador del Banco Central; Exsuperintendentes y exsuperintendentas de Bancos que nos honran con su presencia: Delio Canela, Antonio Alma, Vicente Bengoa, Zeneida Santos, Persia Álvarez, Julio Cross, Rafael Camilo, Haivanjoe NG Cortiñas y Luis Armando Asunción. Funcionarios y funcionarias de nuestra institución, y distinguidos representantes del sector que supervisamos.
Gracias, padre Edison, por las palabras pronunciadas durante su homilía, que, como siempre, nos encaminan a reflexionar sobre lo que hacemos y el deber de continuar mejorando.
También dirijo mi agradecimiento a todos nuestros invitados, por la gentileza de aceptar acompañarnos en esta mañana.
Me alegra inmensamente tener la oportunidad de ver aquí reunidos a tantos ex incumbentes de la Superintendencia de Bancos. Sinceramente, valoro muchísimo su presencia en esta misa a propósito del septuagésimo quinto aniversario de nuestra superintendencia.
Hoy nos convoca la historia. Han pasado 75 años desde el nacimiento de la Unidad Monetaria Dominicana, el Banco Central y la Superintendencia de Bancos, institución que me honra dirigir.
Son 75 años. Quisiera decir 75 años de avances ininterrumpidos, pero como saben, es una historia que no ha estado libre de tempestades ni noches oscuras. Si bien es cierto que la Ley no. 1530, del año 1947, fue clave en el proceso de desarrollo y transformación del sistema financiero dominicano, también es determinante el hecho de que aquel era un contexto en el que la dictadura limitaba inmensamente la función efectiva de los organismos de supervisión y regulación bancaria.
Pensar en estos 75 años de historia institucional nos remonta inevitablemente a momentos de opresión, inestabilidad política y económica, crisis financieras nacionales e internacionales y necesarias reformas… En fin, ha sido mucho lo que se ha tenido que sembrar a lo largo de estos años para cosechar progresos en contextos que tantas veces han sido hostiles.
Cada momento histórico, cada gestión, cada líder al frente del barco, ha enfrentado sus propios monstruos y aportado su grano de arena. Así se ha edificado, poco a poco, la institución supervisora que tenemos hoy. Una Superintendencia con muchos desafíos por delante, pero cada vez más fortalecida tanto en el aspecto institucional como en su capacidad técnica, y lista para identificar oportunamente los riesgos y amenazas que acechan nuestro sistema financiero y trabajar en prevenirlos.
Aun así, estamos conscientes de que, en nuestro rol como ente supervisor del sistema financiero, la fortaleza es un músculo que hay que trabajar constantemente. Por eso nos esforzamos cada día para continuar afianzando los cimientos de los avances conquistados en esta gestión y durante las que nos precedieron.
A propósito de las enseñanzas bíblicas, me auxilio de la parábola sobre el constructor sabio y el necio, que nos enseña que el hombre sensato construye su casa sobre roca y no sobre arena. Es precisamente eso lo que estamos haciendo en la Superintendencia de Bancos: mejorando nuestras herramientas, nuestros procesos y los estándares de calidad profesional de nuestra gente, especialmente del cuerpo de supervisores, sobre cuyos hombros pesa la principal misión que nos otorga la Ley Monetaria y Financiera.
En este punto quiero agradecer muy especialmente a la Junta Monetaria, y a su presidente y gobernador del Banco Central, don Héctor Valdez Albizu, cuyo apoyo ha sido clave en el proceso de transformación que estamos viviendo.
Estoy convencido de que el recurso más importante que puede tener cualquier organización es su gente. En la SB, el talento y compromiso de nuestro personal, que en su mayoría entró a la institución y trabajó bajo la dirección de varios de los exsuperintendentes aquí presentes, es la base de lo que hoy podemos exhibir.
Todos debemos sentirnos orgullosos por el equipo con que contamos. Comparto esto con ustedes con mucha alegría y gratitud, considerando que es el resultado de un trabajo de varias décadas, y que ya se trata de una casa edificada sobre piedra.
El esfuerzo, muchas veces ignorado, de los servidores públicos que ejercen con rigor y vocación de servicio, no sale en las noticias. Las carreras que ganamos, con frecuencia, son estrictamente confidenciales. Pero son muchas las noches en que salimos tarde de la oficina y nos llenamos el pecho con la satisfacción de haber dado la milla extra para proteger la salud de un sector cuyos activos superan los 2.8 billones de pesos, es decir el 50% del PIB, y que, como decía ayer a nuestro personal, resguarda la confianza, los recursos, la salud, los sueños y el futuro de las familias dominicanas.
Eso es lo que hacemos en la Superintendencia de Bancos: la Superintendencia de Bancos se erige como centinela de la integridad y la salud del sistema financiero nacional, y, por consiguiente, del bienestar de toda la sociedad. Es una misión que nos honra. Es un trabajo extenuante y hermoso: Por eso siempre valoro esta oportunidad de dirigir la institución que el presidente Luis Abinader ha puesto en mis manos como el gran honor de mi vida profesional.
A los líderes de la Superintendencia aquí presentes, además de agradecerles por acompañarme en esta experiencia, quiero recalcarles la tarea que nos planteamos: entregarles a las futuras autoridades una institución más robusta que como la recibimos. Creo que ese debe ser el compromiso de todos los líderes en el futuro, como sé que lo ha sido en el pasado.
A propósito de este tema, me gustaría rescatar unas palabras que pronunció recientemente el empresario José Luis Corripio (Pepín), durante un acto de reconocimiento a su trayectoria que ofreció el Senado de la República. El empresario dijo: “Uno nunca debe olvidar que la misma escalera por la que sube es la misma por donde quizá se tenga que bajar”. De esta frase me quedo con la consciencia plena de que estamos de paso, y no hay nada más poderoso que esto para impulsarnos a dejar un legado.
Ante reflexiones como esta, siempre recuerdo que cuando fui designado superintendente una de las primeras cosas que hice fue llamar a Julio Cross y Rafael Camilo, a cuyos equipos técnicos había pertenecido en las dos ocasiones en que había servido a la Superintendencia anteriormente. Es una llamada que me gustaría recibir de algunos de los funcionarios y funcionarias que cumplen esos roles hoy en día. Ese será un gran orgullo y, de alguna manera, la certificación de que la piedra sobre la que estamos construyendo es de excelente material.
Será un placer escuchar a cualquiera de ustedes, en el aniversario 100, por ejemplo, desde uno de estos bancos. Estoy profundamente orgulloso de todos.
Que esta celebración por nuestros 75 años de historia institucional nos sirva para renovar y reforzar nuestros votos como servidores públicos comprometidos con la visión de convertir la Superintendencia de Bancos en una organización modelo. Como dicen los españoles: Vamos a por ello.
En otro orden, si el aniversario 75 nos encuentra en un buen momento, con un sistema financiero saludable y en crecimiento, es porque, como sector, algo hicimos muy bien ante el duro golpe que la pandemia le propinó al empleo y a toda la economía en el país y el mundo.
Ha sido un desafío compartido. Además de la respuesta de las autoridades, impulsadas principalmente desde la junta Monetaria y el Banco Central, es necesario hacer un reconocimiento especial a nuestros supervisados, que también nos distinguen con una representación en esta actividad.
La banca dominicana mantuvo la fluidez del crédito y la confianza de la población en momentos excepcionalmente complicados, cuando claramente el instinto de evitar riesgos podía sofocar al de hacer negocios. Esa fue una respuesta valiente y a la altura que las circunstancias demandaban.
Creo que, de alguna manera, todos nos quedamos con grandes enseñanzas de esta crisis.
Nosotros como superintendencia, estamos mucho más fortalecidos desde el punto de vista técnico y desde el institucional, jugando adecuadamente el rol que nuestro marco jurídico nos otorga en procura de la preservación de la estabilidad financiera en nuestro país.
Lo bello de esto es que, como institución, somos un patrimonio de la República Dominicana. También por eso quisimos invitarles a participar en esta celebración. Hagámoslo con un auténtico sentimiento de orgullo y valoración de lo que continuamos construyendo día a día.
Muchas gracias a todos y todas.